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Antifragilidad postpandémica

    

    Cuando empezábamos a ver la luz al final del túnel, cuando muchos profesionales, empresas,… empezaban a llenar su cuenta de resultados, llegó la letra pequeña del alfabeto griego (ómicron) recordándonos que en este mundo líquido, donde las verdades asentadas se van diluyendo una tras otra, lo más estable es la fragilidad: las ideologías desaparecen, el sistema se tambalea, los medios de producción, comunicación y consumo se transforman y se suceden a una velocidad que hacen de cualquier tendencia algo continuamente anticuado.

 

    Hemos construido unos diques de contención alrededor de nuestras frágiles mentes que nos están permitiendo sostener la integridad emocional. Levantados a toda velocidad, sin que nadie nos haya enseñado a hacerlo y sin directrices profesionales. Sabemos que son muros temporales y que, al no estar hechos para durar, requieren de continuos parches y rellenos. Pero nos permiten avanzar en esta época que ha pasado de ser VUCA (volatil, incierta, compleja, y ambigüa), acronimo que aparece por primera vez en en año 1987, a transformarse en un nuevo tiempo denominado, por el antropólogo y futurista Jamais Cascio, BANI (fragil -brittle-, ansioso, no-lineal e incomprensible).

 

    La mayor cualidad de esta fragilidad (que, en mayor o menor grado, con mayor o menor intensidad y durante un tiempo más o menos largo, la hemos sentido todos) es que cuando se presenta cualquier detonante (insignificante o de gran calado) puede hacer que todo el andamiaje que habías construido alrededor de tu estabilidad mental se venga abajo. A partir de aquí -y ese podría ser el gran mal de este intersticio de milenios- se suelta la presa y se desbordan las aguas del dolor, que (una vez más: de grado, intensidad o tiempo variable) pueden ser contra nuestros semejantes (los departamentos de atención al cliente están sufriendo las consecuencias como nunca, la polarización aumenta y los políticos ya sólo están a la greña) o contra uno mismo (se está descubriendo las carencias de todo el sistema de prevención y ayuda a la salud mental).

 

    En el año 2012, Nassim Taleb, (tras explicarnos qué eran los cisnes negros) nos avanzaba sobre una nueva época de antifragilidad, donde la persona antifragil no es aquella que recibe los golpes sin inmutarse; tampoco es el resiliente que se adapta a ellos y una vez pasados vuelve a su condición original. No, el antifragil absorbe el golpe y lo transforma en algo positivo, obteniendo un beneficio a partir de él.

 

    Así que, desde mi humilde y ya arrasada fragilidad creo que, una vez cada uno de nosotros se pida perdón por todas las veces que nuestra integridad mental se ha desbocado (sea en la cola del supermercado, con el operador de un call center, con tu empleado, tu jefa... o, especialmente, con aquellas personas más cercanas: amistades, madres, hijos, parejas…) deberíamos levantarnos cada mañana pensando el porqué estamos reaccionando como lo hacemos (nadie que se cruce en nuestro camino es culpable de la situación personal a la que nos ha arrastrado la pandemia) y mentalizarnos de que en cada situación hay que poner por delante la antifragilidad; es decir: ser consciente que te van a suceder muchas malas situaciones en tu día a día y, ante cada una de ellas, tener la habilidad de pararte un momento y, no analizar la situación ni quién es el culpable de la misma, sino valorar cómo va a ser el golpe y cómo vas a sacarle provecho: cómo vas a transformarla en algo a tu favor y vas a extraer un beneficio a partir de ella, tanto para ti como, si es posible, para quien te está golpeando. De donde seguro te darás cuenta que ni el golpe era tan duro ni, ciertamente, la persona que crees te golpea, lo esté haciendo y probablemente se encuentre frente a una situación que también le desborda e, incluso, puede ser que más que a ti la tuya.


    Somos los hijos de un nuevo milenio. Estamos perdidos, nos sentimos frágiles y no podemos entender qué sucede, pues ninguna de las recetas que hemos utilizado, por lo menos desde la Revolución Francesa, o si no desde los 1.000 años que nos preceden, van a ser válidas para descifrar y adaptarse a los vientos que empujan esta nueva época. Así que sólo queda intentar obtener beneficio del escenario BANI que a cada uno se nos presenta, procurando no dañar a quien tenemos delante que, al igual que tú,  debe enfrentarse a esta misma coyuntura incomprensible y tiene tus mismos pocos recursos para hacerlo.





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